¿Qué es la cofacilitación?
La cofacilitación es el ejercicio conjunto de la facilitación de un espacio grupal por parte de dos o más personas. Todas ellas son referentes del grupo y sostienen el espacio colectivo a la vez o en alternancia.
¿Qué tipo de sesiones se pueden cofacilitar?
Si alguna vez te has planteado cofacilitar, puede que tu surjan dudas: comencemos por el principio. ¿Podemos cofacilitar cualquier tipo de sesión? En principio sí, se puede cofacilitar cualquier tipo de espacio:
Espacios de indagación, innovación y aprovechamiento de la sabiduría colectiva:
- Jornadas de revisión de la visión, misión y valores
- Procesos de reflexión estratégica
- Espacios para explorar y abordar retos concretos
- Espacios para la generación y elaboración de propuestas previamente a una toma de decisiones.
Espacios de toma de decisiones:
- Asambleas o reuniones estratégicas anuales
- Reuniones organizativas de cualquier tipo de equipo
- Reuniones operativas o de seguimiento del día a día
- Reuniones de evaluación
Espacios de gestión de las emociones o de abordaje de conflictos:
- Espacios habituales de cuidado del equipo
- Espacios de exploración de las tensiones existentes
- Abordaje de conflictos concretos
- Espacios de feedback
Espacios o jornadas de cohesión del equipo:
- Jornadas anuales para cuidar el equipo
- Espacios para trabajar la confianza
- Espacios para conocerse al inicio de un equipo nuevo
- Espacios para honrar la historia de la organización
- Jornadas de celebración
Espacios formativos:
- Formaciones internas de un equipo
- Formaciones ofrecidas al público en general
Podemos cofacilitar sesiones de grupos grandes y también espacios de trabajo de grupos más reducidos, siempre que el número de cofacilitadores sea considerablemente menor que el de participantes, o el grupo puede sentirse algo abrumado ante tanto referente.
Podemos cofacilitar una parte de una sesión, una sesión entera o un proceso de acompañamiento más largo.
Podemos cofacilitar en espacios presenciales o entornos virtuales.
Como veis, a nivel estructural no tenemos muchos límites que nos marquen cuándo cofacilitar. Con tantas opciones disponibles, ¿cuándo es mejor cofacilitar y cuándo ir en solitario?
Algunos motivos que nos pueden llevar a cofacilitar
Decidir cuándo cofacilitar y cuándo facilitar en solitario no es una decisión fácil. Ambas opciones tienen ventajas e inconvenientes, pero hay algunos casos en los que la cofacilitación sin duda es la mejor opción:
- Cuando el grupo es numeroso. Nosotras recomendamos ser dos a partir de 25 personas aproximadamente, menos si se trata de espacios de gestión emocional o acompañamiento en un conflicto, espacios en los que ocurren muchas cosas al mismo tiempo y nos ayudará ser alguna más para poder cuidar y atender todo lo que ocurre.
- En la propuesta se incluyen espacios simultáneos que requieren de facilitación. En este caso incluiremos un facilitador por cada subgrupo a facilitar.
- La diversidad de experiencias, recorridos, escuelas, pero también de género, color de piel, o cualquier otro rasgo puede aportar valor al grupo en función del tipo de grupo o de la actividad a realizar.
- Estás implementando un proyecto en colaboración entre entidades y las entidades quieren seguir el proceso estando representadas.
En cualquier otro caso, tendrás que conformar un criterio propio en función de tu experiencia previa pero sobre todo, de tu relación con tu(s) cofacilitador(es).
El vínculo entre cofacilitadores
Sea cual sea el espacio y el motivo para cofacilitar, cuidar el vínculo entre las personas que cofacilitan es esencial tanto para el buen desarrollo del servicio como para la salud mental y emocional de las propias personas que facilitan.
Para el grupo, las personas que cofacilitan son una sola persona, no dos (o tres). Son matices o colores del rol que les acompaña en ese momento: el facilitador o el formador.
El ejercicio de la facilitación entre ambas debe transmitir coherencia para que el grupo pueda entregarse a lo que está viviendo.
Si las personas que cofacilitan se contradicen, si van cada una a su bola sin dialogar con la otra o si discuten abiertamente delante del grupo, éste va a sentirse desamparado, perdido, confuso y en vez ser acompañado en su proceso, el grupo va a ser arrastrado al proceso que está ocurriendo en el equipo que facilita.
Para ser coherentes no es necesario que las personas que forman equipo de cofacilitación tengan que ser iguales, ni siquiera tener las mismas habilidades, experiencia o el mismo estilo de acompañamiento: una de ellas puede ser pausada en su estilo de comunicación, transmitir calma, serenidad, escucha y sugerir amablemente y la otra un torbellino de energía, tener un tono de voz más elevado, un ritmo más rápido y perturbar con descaro.
Se puede transmitir mucha coherencia desde la complementariedad. De hecho nos parece que es súper interesante para el grupo, pues no todas las personas somos iguales, y un equipo de cofacilitación diverso consigue llegar a más diversidad de personas presentes en el grupo (a quienes necesitan calma y serenidad y a quienes necesitan movimiento y actividad).
Ser coherentes no quiere decir tampoco que el equipo esté necesariamente de acuerdo en todo: conversar delante del grupo sobre si os saltáis eso que habíais preparado para hacer otra cosa o añadir algún matiz o punto de vista diverso a la explicación de tu co-facilitador puede ser enriquecedor para el grupo y para la sesión y hasta divertido si se hace desde la honestidad y el sentido del humor. Modelamos con el ejemplo lo que proponemos al grupo: expresar la diversidad, disentir, negociar y llegar a acuerdos desde la ligereza.
¿Cómo se consigue esa coherencia?
En nuestra experiencia, conseguir esa coherencia con tu cofacilitador va a depender de:
- El grado de conocimiento previo que tengas con la otra persona. Cuanto más la conozcas más puedes aprovechar sus cualidades, entender sus intervenciones y brindarle apoyo si se queda en blanco.
- Una mirada o manera de facilitar común: Intervenir más o menos, estar atentos a lo emergente vs seguir el guión, ser de la misma «escuela» o dar espacio a lo que trae cada escuela, etc.
- Un propósito compartido para la sesión. Haber preparado juntos la sesión y tener claridad de su propósito es esencial.
- Cierto grado de aprecio mutuo, de respeto y validación del estilo, conocimiento, experiencia y profesionalidad del otro: admirar la profesionalidad de tu compañero, sentirte con suerte de que forme parte de tu equipo.
- Que os deis espacio para el diálogo, la iniciativa, la apertura al cambio y a lo emergente durante la sesión, también delante del grupo.
Y todo lo anterior se resume en confianza y trabajo personal.
La importancia de la confianza en la cofacilitación
Si yo confío en mi cofacilitadora es porque la conozco un poco y sé qué puedo esperar, creo que su manera de acompañar sirve y enriquece al grupo, hemos acordado un propósito para la sesión y a la vez sabemos que el propósito es el grupo, me gusta como facilitadora y creo que lo hace genial y sé que si en algún momento he de negociar algo durante la sesión va a ser posible hacerlo fácilmente. Ese es el secreto de una buena cofacilitación.
La confianza genera un vínculo desde el que podemos compartir el rol y enriquecer la experiencia del grupo, a la vez que nuestra propia experiencia es también de crecimiento.
Cuando cofacilitamos no solo el grupo se beneficia, también nosotras lo hacemos:
- Aprendemos del otro
- Aprendemos de la experiencia
- Llegamos más lejos
- Crecemos como personas
- Ofrecemos una mejor intervención
- Nuestra clientela estará mejor atendida y probablemente más satisfecha del resultado
Y no solo eso, sino que además:
- El peso del sostén se reparte
- El desgaste energético disminuye
- Nos reímos más
- Celebramos más
Haya ido bien o no la sesión, podemos abrir un espacio de feedback y seguir creciendo profesional y personalmente.
Desde la confianza podemos facilitar. Sin confianza como mucho podemos dinamizar el guión de una sesión.
Como un buen cocinero que no solo sigue la receta sino que la adapta al gusto de sus comensales y al suyo propio y añade más o menos sal según note el guiso mientras cocina, un buen equipo de cofacilitación tiene como referencia una receta pero se maneja en la cocina a base de presencia y atención a los cinco sentidos propios y del resto del equipo.
Autoconfianza y trabajo personal
La confianza en el otro pasa también por la confianza en una misma. Conocer y tener claro tu estilo, tu manera de facilitar, tu marca personal, lo que puedes aportar al grupo es necesario para saber qué aportas tu en el equipo de cofacilitación.
La autoconfianza también te ayudará a abrirte al feedback de tu compañero después de la sesión, a la negociación durante la sesión, y a ser capaz de soltar el control, cometer equivocaciones, y permitirte estar en el «no saber«.
Qué pasa cuando la cofacilitación no funciona
Decíamos que si no hay confianza en vez de facilitar dinamizamos (que no tiene nada de malo dinamizar eh, no se me ofendan las dinamizadoras). Facilitar requiere algo más que dinamizar: requiere estar presente, a la escucha y responder y acompañar lo que ocurre además del guión. Requiere estar atenta al campo, a lo invisible, servir al grupo más allá de lo que el grupo considera su propósito para esa sesión.
Y cuando no hemos trabajado suficientemente el vínculo o sucede algo que le está afectando, la línea entre dinamizar y dinamitar la sesión se vuelve muy fina.
Cuando aparece tensión entre cofacilitadores y no la gestionamos cuidadosamente, la sesión puede convertirse en una mala sesión para el grupo, y en un verdadero infierno para nosotras.
Acompañar un proceso de grupo mientras estás teniendo un proceso de equipo de facilitación es extremamente difícil:
- El foco no está donde tiene que estar, vamos a perder cosas importantes que están ocurriendo en el grupo y vamos a dejar de atenderlas
- Podemos confundir el proceso del grupo con el nuestro y proyectar lo que nos ocurre como si fuera del grupo
- No nos permitiremos negociar cambios en el guión que pueden favorecer el proceso del grupo, por evitar entrar en conflicto con el compañero delante del grupo
- Y si somos buenos profesionales, vamos a intentar disimular y evitar todo lo anterior, sosteniendo un nivel de tensión que nos va a agotar física y emocionalmente
Uff, mejor no arriesgamos ¿mejor facilito yo sola?
¡Ni hablar! Como os contábamos al inicio del artículo, cofacilitar tiene muchas ventajas para el equipo y para nosotras. Lo que debemos hacer es crear y cuidar el vínculo con nuestro equipo de cofacilitación:
- Escoger para cofacilitar personas a las que admires como profesionales
- Dedicar tiempo a conoceros bien
- Clarificar el objetivo y el enfoque de la sesión, asegurar que estamos alineadas
- Estar abiertas a lo emergente, a lo nuevo, a negociar delante del grupo, a ceder, a probar
- Confiar en que lo que está ocurriendo es lo mejor que podéis ofrecer ahora mismo
- Abrir espacios de feedback que nutran vuestra relación de cofacilitación
Y tu, ¿cofacilitas?
¿Cofacilitas espacios? ¿Cómo es tu experiencia? Te leemos en los comentarios.
Y si crees que para poder cofacilitar necesitas algo más de formación y trabajo personal, te invitamos a echarle un ojo a nuestras formaciones o en preguntar por nuestro programa de mentorizaje.